Galileo en el infierno de Dante, Star Wars retrofuturista, lecturas y encuentros
Carta excéntrica #7
Pues se marcha la caló, asoma el otoño y vuelven las cartas excéntricas. Casi un especial de lecturas recomendables, curiosidades en la red y algo de música. Como siempre, más larga de lo previsto. Si tu lector de correo se agobia de tanta cosa, siempre puedes verlo en versión web. Ah, y gracias a quienes se han apuntado a la lista durante el verano :)
La topografía infernal de Galileo
No diremos que imberbe; pero sí jovencito. Con apenas 24 años, en 1588, Galileo es instado por la Academia Florentina a resolver un problema que navega entre lo científico y lo religioso: discernir entre dos comentaristas de Dante (Manetti y Vellutello) quién es el que ofrece una descripción más acertada y «realista» del infierno que sirve de escenario a la Divina Comedia.
El reto es importante para Galileo porque, además de la presión de salir airoso ante el cónclave de tan distinguida audiencia, las dos disertaciones que prepara al respecto quizás le abran las puertas de encargos y destinos más altos. Se ponen a prueba su sagacidad y conocimientos y Galileo quiere estar a la altura.
Como resultado de su trabajo, la Academia recibe una topografía del averno de Dante basada en las matemáticas. Bueno, y también en una regla no escrita pero que flota en el ambiente: los florentinos esperan que las tesis de su común paisano Antonio Manetti sean ratificadas por el joven científico. Está en juego el honor de la ciudad, porque Alessandro Velutello se había burlado de lo lindo de los cálculos que hiciera Manetti.
Galileo, que por aquellos años aún sostiene que la Tierra es el centro del Universo, escudriña el texto y aplica sus conocimientos para concluir que la suma de los dantescos círculos del infierno compone un enorme paisaje cónico. El averno, con eje en Jerusalén, se extendería desde la superficie y va adelgazando en diámetro según gana en profundidad, hasta alcanzar con su vértice el mismísimo centro del planeta.
Ese punto, además, se corresponde con el ombligo de Lucifer quien, al parecer, estaba condenado a la inmovilidad. Galileo nos informa del tamaño de los distintos círculos, la cantidad de puentes que los unen, sugiere que el modelo de Velutello colapsaría y da la anchura del Aqueronte, el río que lleva hasta el Hades. Concluye su análisis diciendo:
“No encuentro en Dante lugares que obliguen a creer más en una opinión que a otra; sin embargo, son ciertas razones muy probablemente a favor de Manetti”.
Sea debido a su exposición o no, lo cierto es que la Academia quedó muy contenta con el resultado y Galileo obtuvo poco después una plaza en Pisa. Sí, la ciudad donde, además de lanzar trastos desde la torre a la calle, se puso en serio a escudriñar el Universo.
Las dos lecciones que dictó ante los académicos florentinos se extraviaron durante cientos de años y no fueron halladas de nuevo hasta el siglo XIX. Pero, además de su interpretación, han sido otros muchos los que han sentido curiosidad por imaginar o ilustrar las palabras que Dante dejó sobre el Infierno. Doré, Dalí o Barceló forman parte de esa nómina en su versión artística. Pero hay más.
En este enlace, a través de dibujos y fichas, puedes visitar un interactivo que permite navegar por los círculos del Averno, ver a qué pecados corresponde cada uno, seguir cronológicamente los diferentes Cantos de la obra o localizar y obtener más información sobre los distintos personajes que aparecen en las páginas de la Divina Comedia.
Casa de citas VIII
Esas fotos nuestras, con la película levantada y unos bordes dentados como los de los sellos, son también testimonios: nuestro cuerpo se interpuso certeramente, en algún momento, entre el sol y la lente de la cámara de fotos, dejando en la película una sombra como la que despliega la luna, durante un eclipse, sobre el disco solar.
Retro Star Wars
Os habrá llegado, probablemente, el vídeo de Star Wars con estética retrofuturista. Es solo uno de los muchos experimentos bizarros a base de inteligencia artificial perpetrados por Douggy Pledger, un ilustrador y editor británico cuya web es un fabuloso museo de los horrores.
Además de los diseños «originales» para su guerra de las galaxias alternativa hay -literalmente- cientos de otras imágenes, a cual más asombrosa: monstruos y extraterrestres, cuentos de infantes perversos, fantasmas, parodias de revistas, fotonovelas negras, carteles de serie Z, payasos inquietantes, desfiles de seres deformes, superhéroes decrépitos en escenas caseras, dinosaurios interrumpiendo el picnic de familias en Kodachrome…
Eso sí, algunas imágenes pueden herir tu sensibilidad o, al menos, dejarte entre el desasosiego y el repelús.
Lecturas de verano
La pila de libros pendientes ha bajado bastante este verano, con algunos muy recomendables. Casi todo ficción, para relajar. Cosas como Canto yo y la montaña baila, de Irene Sòla, para perderse entre sus paisajes y criaturas. También Bailaréis sobre mi tumba, lo último de Alba Carballal revisitando la Galicia del cambio de siglo (y la ruta del bakalao).
Más novelas, como La autopista Lincoln (Amor Towles), con peculiares personajes en la carretera; un clásico contemporáneo como El mar (Jon Banville) y ciencia ficción amena y ligera de leer (La anomalía, Hervé Le Tellier), con un planteamiento sorprendente que pide a gritos convertirse en serie de Netflix o similares. Otro novelón de los de siempre (por forma y estructura) es La liebre con ojos de ámbar, con la que Edmund de Waal se da un paseo por la historia de Europa desde el XIX mediante la biografía una saga familiar y sus recuerdos.
La visita promocional de Virginie Despentes a Madrid me pilla leyendo Apocalipsis bebé, trama detectivesca que intenta desenmarañar La Hiena, un personaje que recuperará en la trilogía Vernon Subutex. Y alguna cosa más, como Rewind (Juan Tallón) o la dupla El pasajero/Stella Maris, dos novelas cortas de Cormac McCarthy que funcionan de forma independiente pero que están estrechamente relacionadas. Leídas en orden inverso al que se propone es más sencillo seguir el hilo, pero probablemente restaría disfrute a la experiencia de ir atando cabos sueltos sobre la relación y las circunstancias de los dos protagonistas.
También ha habido tiempo para algún ensayo, como La utilidad de lo inútil del recientemente fallecido Nuccio Ordine; el Shakespeare de Bill Bryson, que se devora de una sentada como todo lo que escribe este hombre y La novela de la Costa Azul. Giuseppe Scaraffia viaja pueblo a pueblo, con criterio geográfico, por los lugares de vacaciones que salpican ese rincón de Francia y amontona en el camino un compendio de breves anécdotas de personajes de la cultura europea.
De la cosa cómic, han caído como regalo Boomers, novela gráfica en la que Bartolomé Seguí recupera antiguos personajes suyos que ahora andan soplando las velas de los 60 años y Entresijos, recopilación en un tomo de las colaboraciones sobre Madrid hechas pot Víctor Coyote para M21 Magazine. Y me está haciendo ojitos el Hamnet de Maggie O´Farrell. ¿La habéis leído?
Maria del Mar Bonet en blanco y negro
Un encuentro maravilloso. El de L´Arpeggiata, Vincenzo Capezzuto y Maria del Mar Bonet a primeros de agosto en el Festival de Pollença, con un mix de músicas del Mediterráneo al fresco (relativo) de un claustro a rebosar pero que guardaba el más respetuoso silencio que recuerdo en un concierto (los más ruidosos, los murciélagos).
Lástima que no haya registro públicos de los arreglos de Christina Pluhar para las canciones de siempre de la Bonet. Si se da otra oportunidad en directo, no os la perdáis. En cambio, existe en el archivo de RTVE esta versión de L´Aguila Negra, en catalán, para la gala navideña de… 1971.
🎁 Venga, va, empieza la temporada compartiendo:
📩 Recuerda que puedes suscribirte gratis aquí:
🗄️ Hay mucho más en el Archivo excéntrico. Gracias :).
De pronto tengo que leer Bailaréis sobre mi tumba. Gracias, Eugenio.. :)